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AVV per la Millora de Ca N'Anglada

Yo también quiero ser aforada

Más de 2.300 políticos españoles gozan del privilegio de ser juzgados por tribunales superiores y responder al juez por escrito.

El ministro de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, dice que no recuerda ningún país que afore a un ministro y no al príncipe heredero. Para subsanar esa discriminación el Gobierno del PP ha extendido la condición de aforados a la reina Sofía y a los príncipes de Asturias, cosa que me parece muy coherente, pues la Constitución dice que todos los españoles somos iguales ante la Ley: desde el Rey hasta el más servil de los humanos.

Pero la Constitución no habla de privilegios, ni jurídicos ni de otra índole sino que habla de igualdad, de derechos y libertades.

Por ese motivo pido al ministro que a mí también se me otorgue la condición de aforada, para poder tener los mismos privilegios jurídicos que la Reina, o que él mismo, como ministro de Justicia, para que así sea consecuente con su cometido y aplique lo que debería predicar: justicia para todos por igual. Si no quiere aforarme, entonces le pido lo contrario: que sean suprimidos todos los privilegios jurídicos a todos los políticos y demás aforados.

Nada tiene que temer quien actúa de buena fe. Por lo tanto, quienes se aferran a esos privilegios jurídicos, amparados por leyes hechas a medida, no son de fiar.

Como despachante de Aduanas del Aeropuerto de Barcelona, (de eso hace más de 35 años) veía como las valijas de los diplomáticos circulaban libremente sin necesidad de ser revisadas. ¿Cuántas de esas valijas diplomáticas que se han paseado por todo el mundo han pasado un control aduanero? Ninguna, gracias al privilegio de la inmunidad diplomática. Son las ventajas de un sistema a medida, ya seas diplomático con tu valija o político electo (o no, en el caso de la familia real) con tu aforamiento.

Los jueces decanos son partidarios de reducir los aforados autonómicos; yo lo soy de suprimir los privilegios jurídicos de todos los aforados. Los políticos son servidores públicos y deberían actuar con honestidad. Para eso no hacen falta privilegios.

Dolores Gómez

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